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Ana Bolena, víctima del poder y la corona.

Foto del escritor: SEA CONMIGOSEA CONMIGO


La joven Ana Bolena se había educado en la Corte Francesa, allí aprendió distintos saberes, idiomas, música y a ser realmente una dama con encantos. Con 20 años volvió a Inglaterra, su patria de nacimiento, por orden de su padre Tomas Bolena. Ana no volvió porque si, su padre tenía para ella reservada una tarea importante que le seguiría dando muy buenos beneficios, tarea esta que ya había cumplido la hermana de Ana, María. Ser la nueva amante del rey sería su trabajo. Enrique VIII que se había cansado de su hermana hacía ya un tiempo quedó perdidamente enamorado de la joven nada más conocerla. Para el padre de la Bolena -un diplomático ingles perteneciente a la aristocracia- que su hija fuera amante del Monarca era prioritario pero Ana quería ir más allá, no estaba dispuesta a ser una más ni a seguir el triste destino de su hermana que fue humillada por el rey y desterrada de la Corte; sus intereses eran más altos, su interés era el poder, la corona, ser reina. Durante un tiempo fue dama de honor de Catalina la que todavía era esposa de Enrique pero su influencia sobre el rey era cada vez mayor hasta el punto de permitirse despreciar a la Reina. Ana supo mantener a Enrique a raya no teniendo ningún contacto íntimo con el durante años esto hacía que el interés del Monarca creciese y creciese. Por otra parte Catalina no había podido darle un hijo varón a Enrique y era bastante mayor que el rey. Todo estaba dispuesto para que Ana le diese un empujoncito a la situación y situase esta a su favor. Corrían tiempos de reforma religiosa, el catolicismo estaba en horas bajas y el protestantismo comenzaba a destacar como una religión moderna y reformista, los protestantes admitían el divorcio y en esto basó Ana su última argucia para convencer a Enrique. En definitiva si Enrique quería estar con ella tendría que ser a través del matrimonio y este no podría ser si Enrique no se convertía al protestantismo, por otro lado necesitaba un heredero varón y esto solo lo conseguiría si rompía con el Papa de Roma. En 1533 Enrique y Ana se casaron cuando ella ya estaba embarazada de la futura princesa Isabel. Cuando Ana dio a luz a una niña el rey comenzó a perder el interés por la nueva Reina, Ana quedó embarazada en dos ocasiones más dando como resultado dos abortos de dos varones. Embarazos a parte Ana fue una Reina muy influyente interviniendo en los asuntos políticos, algo que no gustaba nada a Enrique; tenía su propia Corte de fieles y mucha influencia entre parte de la aristocracia que aprovechaba el favor de la Reina para conseguir llegar lo más alto posible. Esto y la imposibilidad de darle un varón cansó a Enrique que comenzó a frecuentar a Jane Seymour, la que sería poco tiempo después su tercera esposa, era necesario deshacerse de Ana y como no podía ser de otra manera se recurrió a lo de siempre: Ana le había sido infiel al Rey, esto condenaba a la Reina a la pena de muerte, condena que firmó Enrique sin pestañear deseando librarse de una esposa que ya le era incómoda. Ana fue decapitada en 1536, mil días duró su reinado, había disfrutado del poder y de la Corona pero pagó un alto precio: su cabeza.


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