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INÉS, REINA DESPUÉS DE MUERTA.

Foto del escritor: SEA CONMIGOSEA CONMIGO

Actualizado: 16 mar 2022

A 109 kilómetros de Lisboa, hay un precioso monasterio cuyo nombre es Alcobaça, que guarda las tumbas de dos de los amantes más famosos de la historia: Inés de Castro y Pedro I de Portugal. Estos dos sepulcros están unidos por los pies de las efigies de los amantes para que en el momento de la resurrección lo primero que vean sus almas al levantarse sea el uno el rostro del otro. Inés de Castro nació en Galicia, era hija natural de uno de los señores más importantes de la región y estaba emparentada con la casa real de Castilla. Cuando su prima Constanza, hija del Duque de Peñafiel y descendiente de Alfonso VI, viajó a Portugal para contraer matrimonio con el infante Pedro, Inés la acompañó como dama de honor. Cuando Pedro vió por primera vez a Inés, poco antes de su boda, quedó prendado de su belleza y se enamoró rápidamente surgiendo muy pronto un apasionado romance entre los dos. Constanza, conocedora de este romance intentó por todos los medios y con la ayuda de su suegro separar a los amantes pero sin ningún resultado. Poco tiempo después Constanza murió al dar a luz. A partir de aquí ellos ya no se escondían y pocos años después contrajeron un matrimonio secreto que nunca se pudo demostrar por escrito aunque si hubo muchos testigos que lo validaron, entre ellos, el propio Obispo que los casó. Alfonso IV, padre de Pedro, jamás aceptó este matrimonio y como consecuencia de esto, Pedro, Inés y los hijos de ambos se exiliaron de la corte. Su destino fue Coimbra, instalándose en las afueras de la ciudad en la llamada quinta das lagrimas. Pero su felicidad no sería duradera, ya que Alfonso IV programó el asesinato de Inés junto a varios de sus consejeros. Desde hacía años la casa de Castro tenía pretensiones al trono de Portugal, este conflicto dinástico se acentuó precisamente en esta época siendo muy duro el enfrentamiento entre las casas reales de Castilla y Portugal. Un día de 1355 el Rey y sus consejeros entraron en la quinta y aprovechando la ausencia de Pedro apuñalaron a Inés hasta la muerte delante de sus hijos. Pedro quedó absolutamente desconsolado y comenzó un conflicto armado con su padre que terminaría con la muerte de Alfonso y con la subida al trono de Pedro, como Pedro I. La venganza de Pedro fue terrible y cuando se resolvió el conflicto con Castilla hubo devolución de rehenes de un reino a otro. Entre los que Castilla devolvió estaban dos de los consejeros que asesinaron a Inés. Estos fueron ajusticiados públicamente y aún vivos se les extrajo el corazón a uno por el pecho y al otro por la espalda. Pedro ya Rey, mandó desenterrar el cadáver de Inés y ponerle el manto de armiño, la corona y el anillo regios declarándola Reina de Portugal y obligando a toda la nobleza a besar su mano como signo de acatamiento y respeto a su nueva Reina. Poco después fue enterrada de nuevo en el monasterio de Alcobaça siendo acompañada por toda la Corte. Años después Pedro la siguió y ambos esperan pacientemente la llegada del día en el que por fin sus rostros puedan volver a verse y sus almas a unirse por toda la eternidad.

Bibliografia:

Inés de Castro/ Real Academia de la Historia. dbe. rah. es/biografias/12807/ines-de-castro




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